Furosemida sí o furosemida no. O Lasix sí, Lasix no, por mencionarlo más popularmente. Las dos bibliotecas están separadas por un abismo o por una hendija milimétrica, según el rigor con que se analice, desde hace 40 años. El caballo sometido a un esfuerzo deportivo puede sangrar y sus pulmones albergar un componente indebido, que debería circular por los vasos y se mide en una escala que va del 1 al 5, donde 5 es el nivel más severo de la hemorragia. Hoy, la discusión está menos expuesta que en los 80 y 90, cuando el antiinflamatorio era de uso corriente pero también dividía aguas y se autorizaba, por caso, en los hipódromos de California pero no en los del Este de los Estados Unidos. Las reglas que se siguen en la actualidad se originaron en Europa, Asia y apuntan al bienestar animal, por lo que prohíben toda medicación para competir. Pero hay voces que se alzan para discutirlas.

 

El uso en Argentina el día de la carrera no está permitido, como en todo el mundo, y sí se puede suministrar hasta 4 o 5 días antes de competir. Desde el mismo día en que se aplica este vasodilatador, no hay unanimidad en acordar con la medida como no la hay en los mismos caballos, individuos pasibles de padecer el trastorno o no, y que responden a los tratamientos en distinta forma.

En los Estados Unidos, la Asociación de Turfmen por la Benevolencia y Protección (HBPA en inglés), que tiene sedes en varios estados y una fundación nacional también, está llevando adelante en estos días su Conferencia Anual en Nueva Orleans, donde uno de los temas de las exposiciones son las iniciativas para que se autorice el Lasix los días de competencia, por considerarlo una terapia necesaria.

Los defensores de los preceptos de la HBPA y los de la Asociación para la Seguridad y la Integridad en los Caballos de Carreras (HISA) coinciden en el objetivo de proveer al bienestar animal, pero se diferencian diametralmente en los métodos. Se sabe que esta última adscribe a las acciones en pro de un turf libre de tratamientos, siguiendo el rumbo de la International Horse Racing Authorities (IFHA) y de Europa, donde la furosemida se emplea hasta una semana antes de la carrera.

También es sabido que muchos entrenadores del Viejo Continente optan por llevar a sus buenos caballos, pero sangradores, a competir a los Estados Unidos para utilizar tratamientos, como recuerda el cuidador norteamericano Chad Brown. La lista de ejemplares de Europa a los que se administraba Lasix para correr en los clásicos de la Breeders’ Cup era elocuente en ese sentido, hasta que en 2021 la organización del gran festival de carreras prohibió el uso de medicación.

Otra de las iniciativas de la HBPA, pero con consenso sin objeciones, es su lobby para apoyar a los legisladores en la Cámara de Representantes de Kentucky, Killian Timoney y Matt Koch y al senador Damon Thayer, entre otros, para que se prohíban las denominadas máquinas tragamonedas “grises”, que proliferan “sin rendir cuentas y sin regulaciones”. Una reunión a la que asistieron congresistas republicanos y demócratas que se celebró en Keeneland, la compañía sede de las célebres ventas y carreras que fue anfitriona del encuentro con su presidenta Shannon Arvin.

En la Argentina no hay hábito de lobby legislativo para impulsar el tratamiento de temas en favor del turf. Se recuerda una solitaria gestión de Nicolás Ojea Quintana con Horacio González, presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, por la malhadada Ley del Turf para el distrito, hace años.

En los Estados Unidos el lobby está institucionalizado y los lobbistas son rentados, pero en esta región no. Sin embargo, algunas situaciones son parecidas a ciertas costumbres argentinas: los legisladores de Kentucky deben apurar el tratamiento de las máquinas “grises” porque el período de sesiones se redujo de 60 días a 30 durante muchos años, cuando se extendían hasta el 15 de abril. Ahora son 30 esas jornadas de trabajo y el deadline es el 30 de marzo. 

¿Les suena?