Desde que volvió al triunfo, en la arena del Hipódromo Argentino, Arellano (Angiolo) había demostrado ser un caballo serio. Dos éxitos contundentes, uno en octubre y otro en noviembre, invitaban a soñar con fundamento con una victoria clásica antes de fin de temporada. Pero este sábado el desafío era bravo: nada menos que el Gran Premio Félix de Álzaga Unzué (G1-1000 metros).

Es cierto que ya se había llevado una de las etapas clasificatorias del Clásico Precoces platense a fines de 2022, pero aquí estaba ante un compromiso mucho más complejo. No sólo porque estaban en gateras los mejores exponentes argentinos de la velocidad, sino porque nunca había corrido en el pasto.

Pero ello no fue escollo para el representante del stud Santo Domingo que venía de largar de adentro en sus dos éxitos palermitanos y esta vez soltó por fuera.

Brian Enrique, quien lo había guiado en sus entregas anteriores, lo arrimó a media cancha y lo puso cerca de la vanguardia, esa que fue a buscar por dentro Labrado (Le Blues) de movida. En los 400 lo puso a correr de lleno y dos cuadras más adelante pasó a dominar con comodidad, para arribar al disco con largo y medio de ventaja sobre la yegua Ansia Clara (Angiolo), de muy buena labor, quedando tercero a igual distancia Labrado, que por primera vez bajó del segundo lugar. Todo en 54”22/100.

Cuarto triunfo en ocho entregas para el pupilo de Guillemo Baglietto, que abrió un 1-2-3 para el Haras El Paraíso como criador y el 1-2 del padrillo Angiolo. Brilló con un gran trabajo de su piloto, que se mantiene invicto sobre la montura del nieto de Bahiaro, e  ilusiona de cara al 2024.