Actualidad
Gestos que ayudan a aligerar la dura realidad
Del editor
31/01/2024
Revista Palermo
Hubo gestos en estos días que deberían ser cotidianos, sobre todo cuando uno pertenece a una profesión que, despojados de los resultados, transcurre en familia. “Nos conocemos todos”, suele oírse, sin distinción de jerarquías. Pero para que eso se haga realidad, deben observarse situaciones que conmuevan, en su medida; que se salgan del molde rígido de una profesión dura sin aspavientos, con una sonrisa.
Los jockeys que se toman fotos con el público en Palermo, cuando van camino a los vestuarios después de una carrera, pueden ser más de diez. Ya se sabe del efecto contagio: cuando se ve a alguien que tiene éxito al pedirle una foto a un jockey -no importa si es el ganador u otro- se forman filas de aficionados esperando su momento, acompañados por niños pequeños. A veces se trata de gente del Interior -la mayoría-, otras son los incontables extranjeros, sobre todo de la antigua Europa Oriental, que pasan una tarde sorprendente, en un escenario ciertamente acogedor. Pero el tema de los matrimonios, en general rusos, que rondan el hipódromo porteño con sus bebés en cochecitos, merecerá otro capítulo.
Muchos de esos jockeys, casi todos, que disfrutan acercándose a la gente en esos espacios libres que se dejan en Palermo y que los visitantes aprovechan, son los mismos que desarmaron una reunión en San Isidro con un reclamo por pagos atrasados. Y allí se vio otro tipo de gestos, el de los jockeys más ganadores, los que “tienen resto” para bancar una medida como esa. Ellos pensaron en los que se ganan la diaria trabajando a destajo, que la tienen difícil cuando se corre poco o escasea el trabajo a la mañana.
Otro gesto: Ignacio Correas IV (made in EE.UU.), el entrenador que es hijo, nieto y bisnieto de otros Ignacio Correas, fundador del Jockey Club el I y pujantes criadores todos, en el haras Las Ortigas del que salieron Yatasto y Campero, suele dar emociones como la de Didia en la Pegasus World Cup Filly And Mares (G 2), en Gulfstream Park, Florida. “Creo que Didia es mejor de lo que siempre imaginé; puede hacer cualquier cosa”, dijo después de que José Luis Ortiz dibujara una obra de arte cuando se dio cuenta de que en la punta no estaba el picante que favorece a los atropelladores.
Pero hubo algo más, como para que quede claro que la hija de Orpen que crió La Manija es una fuera de serie: “Estos caballos se entrenan solos, nosotros sólo debemos evitar estorbarlos”, explicó Nacho, ya quitándose méritos por completo y dejando al descubierto esa sinceridad que los cronistas agradecen, incluso cuando media una frase dura en una circunstancia adversa. No fue el caso.  
Para el gesto del estribo quedó otro protagonista de a pie de las carreras de caballos. Un alto ejecutivo de Palermo que es sujeto de una nota en esta edición de Palermo Blanca. Federico Spangenberg, gerente hípico de Palermo, destacó logros del hipódromo porteño, detalló números que superan por poco a los de San Isidro y mencionó a la pasada alguna deuda en los objetivos, en una entrevista que iba a ver la luz la semana pasada en estas páginas. Sin embargo, el “competidor” de San Isidro preguntó entonces al cronista si era conveniente esa publicación en medio del conflicto del hipódromo del Jockey Club con los jinetes. Pero ya tenía una respuesta definida. Así, el artículo salió una semana después, en la edición de hoy.

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