Es que Seas Alabada ganó jugando a partir de los 400. A partir de ese tramo en el que dominó, luego de que Damián Ramella, su jinete, haciendo una correcta lectura del desarrollo, salió por los 800 a buscar a la puntera Sexy Sea a la que emparejó.

De los 400 a la raya, entonces, todo fue un juego para la zaina de expresiva mirada. Y sin que Ramella tuviese la necesidad de usar el látigo, recorrió esos últimos metros de la carrera también sin necesidad de utilizar todas sus energías. Más bien, las conservó para todo lo que vendrá que no es poco. La yegua, en tanto, movió las orejitas como consciente de dónde estaba el disco. Buscándolo. Se sabe campeona y se comporta como tal. Y los que la vemos desde afuera de la pista la disfrutamos. Emociona ver ganar a un ejemplar como Seas Alabada con tantos atributos.

El objetivo de la Copa de Plata, en diciembre, está a la vista. Pero antes, y sobre todo teniendo en cuenta la ductilidad de la yegua, podrían animarse al Gran Premio San Isidro (G1) en una milla. ¿Porqué no? ¿Y si en vez de la Copa de Plata "se tiran" al Carlos Pellegrini? ¿Porqué no? Seas Alabada parece capaz de correr 1600, 2000 y 2400 metros con la misma contundencia.

Momento de "poner la cabeza en el freezer" para todo el entorno de Seas Alabada. A partir de ahora, seguramente, lloverán las ofertas desde todos los rincones. Algo lógico para un ejemplar del poderío de una yegua excepcional.