Hace poco me enteré que ya
no somos un hipódromo oficial. Es decir, que el hipódromo de Tucumán, ya no es
considerado un hipódromo Oficial para los nuevos multimillonarios de la
sociedad anónima que hoy disfruta, con envidiable subsidio, las mieles de manejar
el Hipódromo de Palermo, como herederos de Pellegrini y otros pioneros del turf
argentino.
La comunicación llegó desde
la burocracia sostenida por el subsidio de 5.000 maquinistas (slots) de
tragamonedas, fábrica inclemente de ludopatas si las hay, por esos pagos.
Un propietario tucumano, que
compra potrillos de 500 mil pesos y gasta en pensiones y veterinaria otros 300
mil al año, me informó hace poco que le fue rechazado registrar su caballeriza
local allá en Palermo, por una decisión que raya en lo discriminatorio.
Me explicó que se recibió un
comunicado de pocas líneas, duras, filosas, extremadamente frías, explicando
que ya no se aceptarán certificaciones de caballerizas tucumanas, “…porque el
de Tucumán no es un hipódromo oficial”.
O sea que fuimos un
hipódromo “oficial” durante los últimos 20 años en que maneja Palermo la misma
gente. Y de un tiempo a esta parte, por resoluciones nuevas y criterios nuevos
de la misma gente, ya hemos dejado de serlo… ¿Qué hicimos mal?. Bueno sería
saberlo, para corregirlo, digo. Tal vez alguien de “adentro” pretenda que se
corran aquí “oficiales” por la cuarta o quinta parte de un premio de Palermo.
¿La lucha sería un poco desigual, no...?. O no es una lucha mantener un ínfimo
parque caballar diezmado por las paupérrimas programaciones de los hipódromos
centrales (mejor pagadas) y la aspiradora del totalizador con sus pozos de
fantasía.
En otro orden de cosas. He
visto en esta generosa y centenaria revista, el programa de Rosario del sábado
15 de enero donde allí se completa la programación con varias carreras
extraoficiales con minúsculos premios de apenas 25.200 pesos y monedas al
segundo puesto. Es decir, para Palermo, el Independencia es un hipódromo
“Oficial”. Y Tucumán no?, donde se corren varias pruebas “oficiales” al año
aunque la mayoría son no computables por una razón de supervivencia. Será
exagerado pensar que la “protección” a los vecinos del Independencia es
“demasiado especial” si se compara con el tratamiento y consideración hacia los
hipódromos del interior profundo?.
Después de 77 años (2 de
agosto de 1942) de recorrer el turf, haciendo lo imposible para hacernos un
nombre de prestigio, los nuevos millonarios (subsidiados) pretenden humillarnos
con que no existimos en el turf argentino.
Para ellos, los nuevos,
seguramente no están enterados que al Hipódromo de Tucumán lo hizo
prácticamente con su dinero y su personal, el propio Jockey Club de Buenos
Aires (concesionario de Palermo), por decisión de Félix de Alzaga Unzué, amigo
personal de socios del club tucumano. Enviaron a los más idóneos protectores de
la arena de Palermo, para diseñar la pista tucumana. El que más sabía, un señor
Casella, se radicó varios meses aquí. Nada menos que René Proasi vino a enseñar
cómo armar la administración y la programación de carreras. El hipódromo de
Palermo, solventó con sus recursos, por años y años, varios de los premios de
Tucumán, como de otras provincias. Así, llegaron caballos de gran valía,
profesionales de mérito, se radicaron familias de todo el país, que hoy son
tercera generación. Todo a nada menos que a 1.300 kilómetros de la
Metrópoli.
Irineo Leguisamo visitó sus
mejores galas, una calle lleva su nombre; jockeys como Pelusa Artigas,
Sanguinetti, Jara, Etchart, Valdivieso, Marina, Falero, Herrera y miles más,
hicieron llorar al público tucumano. Han venido a rematar sus productos
Abolengo, Firmamento, Vacación y los mejores haras del país. Se lucieron en la
arena dorada grandes caballos como Robadamas, Ahriman, Calandrito, Date Corte,
Manivela. Hoy Joy Filoso, surgido de esta tierra. Pedro Robles, ganó de tres coronas de grupo
Uno, nada menos. Decenas de jockeys y cuidadores tucumanos alimentaron los
programas de Palermo. Se acuerdan del gallego Francisco Martín?, estuvo
afincado una década aquí.
En esos tiempos, y esto no
es menor, Palermo tenía una programación en serio, apuntaba a la calidad. Los
caballos perdedores de 5 años en el primer semestre, ya no tenían carrera,
debían seguir al interior profundo, a los hipódromos “oficiales” de segunda,
claro. Cuyos premios eran migajas, pero subsidiados. A nadie se le ocurriría
viajar “al centro” con un ganador de dos o tres “oficiales” para entrar último,
a varios. Sólo nos quedaban algunas carreras “por sumas…” (otra historia). Y el
”Provincias Unidas” que hoy casi que molesta en “las luces”.
Resulta que todo era normal,
por décadas. Todos los hipódromos eran “oficiales” y Tucumán también, gracias
al subsidio de la Comisión Nacional de Hipódromo y luego del Instituto Nacional
de la Actividad Hípica, que daba préstamos para potrillos y caballos y
financiaba los premios. Tucumán tenía 490 caballos. El peón que ganaba el
Batalla de Tucumán lograba comprarse una casita con terreno incluido. Nos
alimentábamos de Rosario y Córdoba (que casi no existen) y vendíamos a Limache
(que ya no existe). hasta que la inflación nos devoró a todos, devoró al país
completo y luego la hiperinflación. En esos tiempos Palermo era un páramo, con
pastos hasta el techo, (lo recuerdan?) listo para la demolición, con fallidas sociedades
y pocas intenciones de mantener el turf.
Y después vino la
competencia despiadada con San Isidro y La Plata, con la infinidad de horribles
carreras durante siete días que obviamente resultó una bomba de aspiración
impiadosa sobre caballos del interior y sobre dinero fresco de los bolsillos de
los burreros del interior. Sobre llovido, mojado. Todo fue un “mazazo” sobre el
turf provinciano.
Así, y para subsistir, los
hipódromos del Interior se vieron obligados a “abandonar la oficialidad” y hacer
carreras a como de lugar. Con premios a la cuarta parte de Palermo. Algunos
pudieron haberse pasado de vivos, como ocurre también en los hipódromos
“grandes”, que cuando quieren pelean por su imagen con sanciones graves por
doping (hasta envían los frascos a Francia) pero otras veces hacen la vista
gordísima cuando conviene.
En una palabra y para que
quede muy claro. La “extraoficialidad” de las carreras en el Interior no ha
sido lo que pueda creerse como una elección. Ha sido una consecuencia de una “POSICION
DOMINANTE” de hipódromos multimillonarios y subsidiados por el Estado. No otra
cosa. En el caso de Palermo, con 5000 maquinitas que los hace sentirse “zares”
en un negocio que les cayó del cielo. (Bueno… en realidad vino desde bien al
Sur). En tanto San Isidro y La Plata,
con subsidios directos de la Ley de Turf en la provincia de Buenos Aires, que
los ayuda hasta el agua que toman, también arman sus programas con la mitad de
caballos del interior: ”los que no son oficiales”.
Mientras casi todos
“declaman” que abogan por un turf ¡Federal…!
Cuánto va a durar esta
humillante situación con el Interior turfístico, nadie lo sabe. Pero, nada dura
para siempre. No hay mal (ni tampoco bien) que dure cien años…
Luis P. Monti
Periodista. Ex Jefe de Redacción del Diario El Siglo
Editor
del libro “El Turf en la Sangre”
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Información adicional: EL
Hipódromo de Palermo envió un mail firmado por la Jefa de Departamento Hípico,
Mónica Giulietti, en el que señala que “la caballeriza no puede ser registrada
en Palermo por no provenir de un hipódromo oficial según Resolución de la
Comisión de Carreras emitida oportunamente”.
La caballeriza involucrada
es la denominada “William”