Cuando Star Galan pasó de largo en el final del Gran Premio Gran Criterium (G1), en la jornada del 25 de mayo de San Isidro, se abrieron comentarios acerca de cómo se había dado el desarrollo de la carrera. 

La primera impresión fue que tanto el puntero El Estelar como su perseguidor Natan habían gestionado parciales exigentes para el césped pesado, circunstancia que favoreció al pensionista de Egalite de 9 que venía en el fondo.

Pero al avanzar en el análisis se observa que los parciales oficiales del Gran Criterium (G1) -24’’37c, 46’’79c y 1’11’’30c- fueron muy parecidos a los que marcó Tan Gritona (G1) para llevarse el Gran Premio de Potrancas (G1) -23’’94c, 46’’68c y 1’11’’41c- y entonces cambia la evaluación.

Consultados jockeys participantes de ambos cotejos la sensación que transmitieron es que la carrera de los potrillos se había movido algo más que la de las potrancas, validando la percepción de quienes observaban la prueba “desde abajo”.

Las dudas -tal vez infundadas en este caso- toman fuerza porque en más de una oportunidad los tiempos oficiales poco tienen que ver con la realidad y al repetirse los desvíos ponen un signo de interrogación que empaña hasta las victorias más merecidas.

Y para que quede claro: las discrepancias sobre los tiempos informados por los cronómetros oficiales afectan a todos los hipódromos. 

Por ejemplo, en Palermo llama la atención que, tanto los que corren “la vuelta” como los veloces, tienen primeros 400 metros a un ritmo desenfrenado. Matar ‘21’’ los primeros “cuatro” es cosa de todos los días, los 800 se pasan en 42’’ y chirolas, y en la recta se bajan 55’’ como si nada. 

Cuando se habla con los profesionales sobre este tema todos admiten tomar en forma relativa los tiempos y los parciales oficiales, lo cual no deja de ser un perjuicio para la actividad en su conjunto porque resta credibilidad, confunde sobre el real valor de una victoria o una derrota, atenta contra el análisis de un juego que no es de azar, y perjudica la cotización de los caballos.

“Hay spc más ligeros que los cuarto de milla”, es el lapidario resumen que se suele escuchar para argumentar sobre la relatividad de la información oficial.  

Los hipódromos también reconocen que hay fallas, pero son poco proclives a ahondar al respecto.

Cuando se intenta conocer cómo son los sistemas que se están usando e indagar sobre su funcionamiento cuesta encontrar interlocutores bien predispuestos.

El balbuceo pasa a ser el lenguaje de comunicación y no hay forma de lograr certezas. Apenas se pueden atar cabos sueltos de conversaciones muy informales y comentarios que, de ser ciertos, son inquietantes.

Publicar mal un tiempo de carrera impacta en una serie de decisiones que resultan el corazón de la actividad. Define la categoría de un caballo, “marca” la cancha ese día y por comparación califica el nivel de otras competencias, y eso tiene definitiva incidencia en la realización de jugadas por parte de los aficionados. Son obviedades… pero la falta de respuestas concretas pareciera despreciarlas.

Posiblemente las mayores quejas sean del público en general, porque encuentra en esta herramienta un dato clave para terminar de hilvanar su estudio. No hace falta más que sentarse en cualquier tribuna o confitería y escuchar los comentarios para tener una adecuada percepción de la pantanosa situación.

Sería antipático marcar algunas situaciones puntuales de las últimas reuniones porque la intención no es cuestionar determinado mérito sino poner arriba de la mesa un problema de larga data que no termina de encontrar la solución adecuada.

Y en este caso se trata de un problema exclusivamente interno de resolución con gestión y recursos propios. 

Una inversión que debiera ser prioridad en el cortísimo plazo.