Traducido: el riesgo es habituarse a una situación hasta que los daños sean irreversibles. 

Algunas semanas atrás publicamos en estas mismas páginas el marcado descenso de los nacimientos que, por obvias razones, luego tiene su correlato en la cantidad de caballos participantes en cada reunión.

Junio suele ser un mes de avalancha de inscriptos porque la mayoría intenta sumar un triunfo previo al cambio de edad que se produce el 1º de julio. Por un lado, se valorizan los palmarés de los productos, caballos y yeguas más jóvenes, mientras que los veteranos quieren evitar tener que dar un año de ventaja en la competencia posterior. Además, haya una reducción de premios.

  

Junio de 2022 fue el más bajo en anotaciones de los últimos 10 años con 4.480 participaciones, según los datos oficiales del Stud Book Argentino. La ranita… 

Cabe hacer la salvedad que se exceptúan de las comparaciones junio de 2021, por las restricciones que se impusieron el fin de semana del sábado 5 y domingo 6 por el brote de COVID, y junio de 2020 por la cuarentena estricta.

Remontándonos a junio 2013, observamos que en los tres hipódromos centrales hubo 5.425 participaciones (hablamos de “participaciones” dado que muchos caballos corrieron en varias ocasiones).

En 2014 esa cantidad se elevó a 5.541, transformándose en el registro más alto del período en estudio. En 2015 hubo 5.534, en 2016 alcanzaron a 5.171 y en 2017 hubo 5.149 inscripciones, último año por encima de las 5.000.

Ya en 2018 la cantidad de participaciones cayó a 4.586, en 2019 tuvo un leve repunte a 4.691 y en 2022 se llegó al piso descripto de 4.480.  

Si se toma este valor contra el pico de 2014, la reducción es de 1.061 participaciones. 

Si bien en esta pendiente confluyen diferentes factores, es innegable que la tendencia es preocupante. 

Menor cantidad de inscriptos representa un achicamiento de toda la actividad. Si basamos nuestra defensa en la cantidad de puestos de trabajo que ofrece el turf, perder casi un 20% de anotaciones se traduce en menos profesionales cobrando sus premios, menos empleos directos y una caída en la demanda de todos los bienes y servicios que conlleva la presentación de un caballo de carrera.

No es menos cierto que la degradación del país empuja a todas las actividades hacia abajo y el turf no puede ser una isla en esta economía decadente con ingresos diezmados, pero las señales no pueden ser ignoradas.

Con un contexto adverso es imprescindible que los estímulos que están a nuestro alcance sean aplicados en forma quirúrgica para que surtan los efectos buscados, caso contrario se retroalimenta la pendiente. 

Los números son elocuentes y sirven para tener claro el escenario y, si es menester, trabajar en consecuencia, o al menos intentar morigerar los impactos adversos.

Por eso cabe seguir haciéndose la misma pregunta: ¿El actual esquema de financiamiento mediante la Ley del Turf y los slots en Palermo no necesita