"Son carreras y hoy me tocó a ganar a mí, lo cual no quita que en el futuro me gane Luthier Blues", en las palabras dichas por Wilson Moreyra a Lía Camps tras la victoria reinó el espíritu que seguramente experimentó la gran mayoría tras la disputa del Clásico Paraguay (G3), nada menos que el cotejo en el cual Labrado mantuvo el invicto en su tercera salida y, además, destronó al rey de la recta, Luthier Blues, el ejemplar que llevaba 10 victorias al hilo y fue vencido por 1 cuerpo por el potrillo entrenado en Venado Tuerto por Angel Bonetto.

Porque en toda carrera hay vencedores y vencidos, y esta vez fue el crédito de la caballeriza Don Ariel el que saboreó las mieles del éxito, imponiéndose de punta a punta a pesar de casi haberse caído en la largada de tan ligero que es.

Por su parte, el hasta hoy indiscutido número uno de la recta, hizo lo que hace siempre, pero por los 300 cuando quiso dar muestras de esa aceleración acostumbrada, se quedó sin argumentos frente a un rival que corría y mucho; y que aprovechó al máximo los 6 kilos de ventaja que recibía del sprinter azuleño.

En el final Labrado selló su mejor cosecha imponiéndose por 1 cuerpo sobre Luthier Blues, su medio hermano, ya que ambos fueron criados en el Haras El Paraíso. Ganó uno y el otro perdió, pero la sensación es que este enfrentamiento puede haber sido el punto de partida para otros más apasionantes.

Hubo vencedores y vencidos como suele suceder en todas las carreras, pero más allá del resultado la que sin dudas ganó fue toda la actividad, y por la posibilidad de tener en cancha a dos ejemplares como Labrado y Luthier Blues, los que generaron expectativas desde el día de las anotaciones. ¡Viva el turf!