El festejo de Wilson Moreyra, el apretón de manos con Jorge Peralta cuando volvían al pesaje, parte del público celebrando la victoria de Labrado y otro tanto rindiéndole merecido tributo a la entereza de Luthier Blues, resumen el más fiel espíritu de la hípica.
Todo eso se vivió el sábado en Palermo como corolario de la expectativa que había generado el enfrentamiento entre el mejor caballo adulto de la recta y el potrillo que venía a desafiarlo.
Desde hora temprana el ambiente era distinto. Se percibía un movimiento diferente a partir del cruce entre ejemplares que también representaban a dos zonas diferentes del país: el centro de la provincia de Buenos Aires y el sur de la provincia de Santa Fe. Desde allí también se armó la confrontación, pero desde la disputa sana que significa sentirse identificado. Al flujo hacia el hipódromo se le sumó la concurrencia a las agencias de cada región con el fin de empujar desde algún lugar a “su” crédito.
Hubo un ganador y un vencido. Todo en el marco del más estricto respeto aplaudiendo al triunfador y reconociendo al que le tocó perder. Un lujo por estos tiempos.
El calendario clásico brindó la posibilidad de este enfrentamiento, tal vez prematuro, y le regaló a Palermo una herramienta de promoción que posiblemente no estaba contemplada en su hoja de ruta de marketing.
El destacado evento turfístico se fusionó con una feria gastronómica instalada en el estacionamiento del Paddock que atrajo un buen número de público. La distribución de los boxes de exhibición dejó a los participantes del Clásico Paraguay (G3) en la galería frente a la redonda de exhibición. A la vista de todos.
Cuando los participantes ocuparon sus boxes el flujo de aficionados y visitantes se incrementó. Algunos novatos les preguntaban a quiénes estaban con la revista, o se los percibía como más avezados, “quiénes son”… No había información.
Los habitué se preocuparon en comentarles a sus interlocutores que el del box 1 era Luthier Blues, “el caballo más veloz del momento”, y que en el box 4 estaba Labrado, “un potrillo que corre mucho”. Ese fue el resumen de un veterano que con tono de sabiduría trataba de convencer a una pareja de treintañeros, quienes con un sándwich de bondiola en la mano derecha y un vaso de cerveza en la izquierda intentaban descifrar dónde estaban comiendo.
Un pequeño folletín explicando de qué se trataba ese enfrentamiento de dos caballos a lo largo de 1000 metros de los que hablaba todo el mundo hubiese sido muy útil para empezar a aceptar la promocionada sinergia entre los eventos paralelos y la actividad hípica.
¿El costo?... Seguramente una centésima de lo que se gastó para la fiesta de lanzamiento del Bar de Apuestas deportivas on line que se hizo 48 horas antes. El punto es tener el músculo activo para detectar una oportunidad de subir a la hípica al centro del escenario.
Un informe de la Lotería de la Ciudad de Buenos Aires reveló que durante el primer trimestre del año sus ingresos alcanzaron los $4.000 millones, duplicándose en la comparación interanual. Si bien el efecto inflacionario tuvo su impacto, el impulso está dado por el inicio de las operaciones de las páginas de apuestas deportivas on line. Si bien la versión para la hípica –“Be Turf”- generó efectos positivos, no resultó tan explosiva por una serie de factores que ya se han detallado en otras oportunidades. Además, no hace falta recordar que inexplicablemente en la provincia de Buenos Aires sigue frenada su habilitación.
El desempeño de la aplicación oficial es un dato que debe analizarse en el debido contexto porque sirve para detectar con claridad la problemática de las apuestas y el impacto del juego ilegal.
En ese sentido, la Gerencia Hípica de Palermo mostró reflejos al anunciar días antes un incremento a ganador de $1.000.000 en la carrera central, con el fin de incentivar el juego en las ventanillas oficiales. Finalmente la recaudación con 12 competencias orilló los $94 millones.
En apenas 10 días habrá otra jornada de relieve con la disputa de las Pollas y el Gran Premio General San Martín (G1), ojalá se pueda superar lo hecho el último sábado.