Hola mamá:

¿Te acordás cuando me decías que la vida de un caballo de carreras iba a ser muy distinta a la del campo? Empecé a sentirlo en el momento en que nos separaron. Estaba contento compartiendo el potrero con otros potrillos de mi edad, aunque sentía tu ausencia. Después, comprobé que todo lo que me contaste de cuando vos corrías es cierto. Me tuve que acostumbrar a llevar a un humano en el lomo, un poco a los golpes, debo decir, pero todo estaba dentro de lo normal, según me di cuenta más tarde. Es más, la mayor parte del tiempo había alguien que me acariciaba, me daba de comer, limpiaba mi cama; un amigo. Sin contar a los que me venían a visitar de vez en cuando y también me mimaban, sobre todo los chicos. Eso me gustaba mucho.

Me acostumbré a la vida en el stud porque salía a correr, no libre como en el campo, pero corría. Y me volví a ver con algunos de los amigos de El Paraíso de mi edad, como mis hermanos, la hija de Bien Bahiara y dos que se llaman El Patio y El Estelar.

En el hipódromo me fue bien, gané la Polla de Potrillos; parece que soy uno de los muy buenos de mi camada, porque después estuve cerca tres veces. Tres segundos puestos. En la primera de estas me metí en un lío, crucé el disco primero pero como me abrí demasiado y arrastré a otro, me pusieron segundo. Yo no entendía mucho qué pasaba y se ve que los que venían a verme al stud seguido tampoco; nunca los vi tan enojados, porque armaron un gran lío y hasta bajaron las chapas con los números.

Al final fui segundo en el Carlos Pellegrini. Me esforcé pero me ganaron. Lo lamenté más por la muchachada del stud, por Miguel, mi entrenador, y por Juan Cruz, el jinete, todos buenísimos profesionales, aunque alguno se haya equivocado una vez.

Ahora voy a correr de nuevo, mamá. Vos sabés lo que es ganar clásicos, me contaron porque nunca me lo habías dicho, y este del sábado es muy importante. En el stud comentaban la tapa de una revista, la Palermo Blanca que decía que yo voy a dar vuelta la página (debe ser un chiste, porque si lo intento rompo todas las hojas). Tengo una linda hinchada ¿sabés? Muchos quieren que yo salga primero. Ellos también dicen que soy bueno. Ojalá pueda correr como siempre, más que en el haras, y ganar como nunca. 

Tu hijo