“La pandemia de Covid-19 modificó la manera en que los aficionados y profesionales disfrutan y par ticipan de las carreras de caballos”, dijo el alemán Winfried Engelbrecht-Bresges, chairman de la Federación Internacional de Autoridades de Carreras de Caballos (IFHA), en la última versión de las Conferencias de la entidad, que ya llevan 56 reuniones.Una de las palabras que se usa desde hace tiempo en cada comunicación de la IFHA es integridad.

El bienestar y la salud de los caballos de carrera “en todas las etapas de sus vidas, lo que favorece la viabilidad del este deporte”. En ese sentido, las autoridades deben confiar en la guía de procedimientos estándar denominada “Principios de Buenas Prácticas” que produjo el Comité de Bienestar Equino generado por la IFHA, dirigido a “todos los involucrados”, desde el nacimiento del caballo: veterinarios, jockeys, entrenadores, propietarios y criadores.

“El monitoreo de las lesiones y los accidentes fatales es fundamental y la creación de un archivo que los profesionales puedan consultar ayuda para analizar las posibilidades de competir de un ejemplar y la conducta a seguir para reducir el riesgo de lesiones de caballos y jockeys”, reza aquel documento con recomendaciones.

La Asociación de Carreras Británica (HBA) habla del empleo del látigo en circunstancias específicas, como el peligro de un accidente y para estimular al montado y activarlo, mantenerlo concentrado, pero no es permitido para “obligarlo” a modificar su conducta. “Los jockeys deben intentar dirigir a sus caballos para que ofrezcan lo mejor de sus habilidades para ganar la carrera”, es otra de las indicaciones comunes a todos los organismos.

“Cómo te va a dar instrucciones un tipo que nunca montó un caballo”, le dijo alguna vez un exjockey, devenido entrenador, a uno de sus jinetes. Dentro de los parámetros del bienestar equino esa frase no aplica. Los profesionales con experiencia sí deben decirle a su jockey que debe dar una limitada cantidad de fustazos porque si se excede puede derivar en una sanción y hasta el distanciamiento. Más difícil es que un piloto le sugiera al cuidador que no le suministre al caballo determinada medicación en prevención de una suspensión y la desclasificación.

Para el mundo profesional, las sanciones de 20 fechas a Juan Pablo Paoloni, “por uso indebido del látigo cuando corrió a Suleleche y también de 20 reuniones a Juan Cruz Villagra por “propinarle un castigo innecesario (un par de fustazos tras cruzar el disco) a Galán Galés, impuestas por Palermo, fueron excesivas. “A Villagra le dieron mucho; perdió la carrera por no molestar”, opinó Juan Carlos Noriega, el más experimentado de los jockeys. “Con 5 fechas era suficiente, para mí”, agregó. "El problema fueron, son y serán los criterios. A Paoloni parece que el caballo lo trató medio mal...".

En la misma dirección se expresó Nicolás Ferro, secretario general de la Asociación Gremial de Profesionales. La sensación unánime es que “el hilo se corta por lo más delgado, por el que menos defensa tiene, aun jockey que gana 200 carreras por año una multa no le hace nada. Hay cosas peores en los propietarios, los criadores…”. Para Noriega, “el que la hace que pague, pero a Paoloni y Villagra les cobraron mucho”.

Chupino se mostró dispuesto a concurrir a una conferencia, curso, clase, ateneo o lo que fuera donde los hipódromos y los directivos de las distintas asociaciones, incluidos los sindicatos, expliquen los detalles de las determinaciones internacionales sobre bienestar equino. Y en particular los tratamientos terapéuticos y el uso del látigo en los caballos de carrera.

Lo que no se puede instruir es sobre la forma de ser argentina, la zonza o peligrosa rebeldía de negar la autoridad, la tendencia a transgredir límites y no jugar el juego según sus reglas establecidas.