Mejor que
pensar cuántas veces el país ofreció un contexto acorde para invertir en un
caballo de carrera es dejar de lado los ejercicios de la memoria porque es en
vano, dada la pertinaz inclinación que tienen los administradores políticos de
la Argentina por cometer errores y por no resolverlos, para dejarlos al que
viene.
El caballo
supone una inversión en todo lo alto: el riesgo de poner fondos en algo que
depende de situaciones que no estaban en “el pliego” de un ser vivo, en que el
comprador puso el ojo por su pedigree, su físico o la campaña de padre y madre (se
puede reemplazar “o” por “y”). La relación precio/pensión/premios rara vez es
la ideal. Cada variable es fuerte.
Por su
posición como criador, propietario, presidente de la Comisión de Carreras de
Palermo y martillero, Antonio Bullrich es palabra autorizada. Estuvo en la
venta de El Paraíso el sábado -se detalla por separado- y su visión es
positiva. “El Paraíso está haciendo un trabajo enorme. Tienen un trabajo de
muchos años y los potrillos son increíbles. Vimos que hay mercado, lo que nos
produce una enorme satisfacción. Se vendieron muy bien los destetes”.
Para el
martillero, “la ecuación de los precios de venta con los premios sigue siendo
la mejor del mundo aquí, pero hay que ganar, porque así se pueden pagar seis o
siete meses de pensión”. Una verdad de a puño. Y continúa, pero en su rol de
directivo: “Tenemos un muy buen producto para vender”.
-En los
tiempos de vacas flacas solemos explicar el interés por el caballo de carrera
en la pasión ¿eso es así?
-Es cierto.
En la Argentina hay un gran amor por el caballo y al comenzar cada temporada
nos preguntamos quién va a comprar en medio de la crisis económica. Lo que está
intacto es la vibración; ya nos demostró El Paraíso que hay gente muy
interesada en comprar. Hubo interés hasta la última pieza. Me fui muy contento
por los Duggan y por el mercado que se viene.
“La
gente viene todos los días al haras”
El caso de Ignacio
Pavlovsky es muy similar al de Bullrich: es criador, propietario, director del
haras Carampangue, agente y directivo de entidades internacionales, además de
vicepresidente de la Comisión de Carreras de Palermo. “El sábado se vendió un
caballo por dos veces el premio del Nacional”, destacó, pero es más cauto sobre
el mercado que viene: “Tengo incertidumbre, pero veo que hay interés.
Carampangue remata recién en junio y ya tengo gente que viene a ver potrillos
todos los días al haras”.
A juicio de
Nacho, “lo importante es que la relación premios-pensión no sea negativa; si la
pensión es cara y los premios están bajos, se complica; si el premio paga ocho
meses de pensión la gente se anima más. Ahora aumentó San Isidro y Palermo
anunció que también los sube”, y coincide con Antonio Bullrich en que “siempre
se depende del juego y de lo que rindan las máquinas tragamonedas”.
-¿Eso
hace que la relación premio-pensión fluctúe?
-Pero todavía
es buena. Después, si sacás un caballo bueno lo vendés, hay mercado para yeguas
en Japón y Estados Unidos, y para training en Singapur, Estados Unidos, Hong
Kong. A veces preguntás sobre la posibilidad de una venta y el dueño te
responde que se quiere seguir divirtiendo, ni mira los premios. La mitad de los
propietarios no vende por eso y es respetable, por supuesto. He visto a esta
actividad volver irracionales a los tipos más exitosos.
-Pero no
se puede pelear con la coyuntura.
-Desde que
yo trabajo tuvimos dos años de estabilidad cambiaria y de inflación con Carlos
Menem y dos con Néstor Kirchner, en este caso porque hubo una bruta devaluación
y la soja se disparó a 600 dólares, con superávit fiscal. Después, vivimos a
los tumbos. Es muy difícil dar precios en pesos y si pedís en dólares se asustan.
En ocho cuotas, por caso, es imposible. La sequía agravó la situación por las
dificultades de conseguir insumos para alimentación.
Carlos
Felice, titular de Haras El Ángel de Venecia, opinó: “En la Argentina, la
situación económica influye directamente en el turf. En momentos de crisis económica,
los premios están muy disminuidos mientras que las pensiones sufren incrementos”.
El propietario de Village King y The Punisher, ganadores de los dos últimos
Carlos Pellegrini (G 1), agrega un aspecto que cae a plomo en estos tiempos: “Los
precios de los insumos para alimentos y medicamentos también son afectados”.
Respecto de
las ventas, afirmó: “Sigo sorprendido por los precios de yearlings. Competimos
con el mejor producto (cualquiera) en un Grupo 1 por 5000 dólares. Los premios
son bajísimos, parecen los salarios. Con estos premios y los precios en los
remates indudablemente hay muchas lecturas”, añade Felice. “El turf parece un
mercado en negro; me alegro por quienes crían. Por eso se me hace difícil
entender un mercado fuerte o alcista en los remates de yearlings”, concluye.
La rueda de
las carreras puede tropezar, hundirse en el barro a veces, pero nunca para.
Ignacio Pavlovsky lo puede refirmar ahora que está a punto de recibir a Ivar, un
nuevo padrillo en Carampangue; Bullrich tiene una agenda cargada de remates y
Felice sostiene su estructura a punta de grandes triunfos.
Del Editor