Mientras el turf espera que Lotería de la Provincia de Buenos Aires autorice las apuestas online, demoradas vaya uno a saber en qué laberinto burocrático, el juego virtual de las carreras siguió en la Ciudad de Buenos Aires, donde sí se puede apostar sin que el público ya ni siquiera deba acercarse a una agencia hípica, donde es atendido por un operador u operadora como si estuviera en el hipódromo, en máquinas que tanto trabajan con San Isidro como con La Plata y Palermo, que cuando se fusionaron hicieron que el volumen se triplicara.

Es una boca de expendio como la de las agencias de Lotería, donde no abundan las comodidades, por cierto. Sin embargo funcionan, salvo los domingos porque están cerradas y esto resiente la recaudación, aunque se sabe que no es el único factor que ralea tribunas en un día en que las familias son reinas desde hace un buen tiempo. La pandemia de Covid-19 sacó a la luz una tecnología que existía pero que no estaba en el menú. Fue como la crisis de 2001, que sacó de los bolsillos la tarjeta de débito y la volvió de uso masivo.

Andrés Arbulú, que tiene a su cargo las agencias en el hipódromo de San Isidro, observa: “Antes el juego se recibía por teléfono de las agencias de provincia y se volcaba al totalizador; hoy no hay agencia que no esté conectada al centro de cómputos de San Isidro (las de las loterías de CABA y provincia y las hípicas). Hoy no hay agencias manuales, salvo las telefónicas (Teleturf). Las agencias suponen aproximadamente el 77% o 78% de la recaudación”.

Sólo el 25% se llega a jugar en el hipódromo en una reunión de rutina, sin grandes premios en el programa. En Palermo sí existe el acceso online, por la firma Beturf, que genera el 10% de lo jugado. También está el aporte del commingle, el sistema por el cual lo que se juega en ciertas plazas del exterior (hoy desde Canadá y los Estados Unidos) ingresa directamente al totalizador porteño. Explica Hernán Fucile, jefe de Producto Hípico del Argentino: “Hoy el commingle representa un 10% de la venta. Empezó con 3, 5, y 7 por ciento. Cuando logremos otro mercado fuerte se va a disparar otro 15 por ciento. Se trabaja con operadores de Estados Unidos; cada vez se conoce más el producto y se juega más”.

Arbulú suma ventajas del online: “El apostador puede seguir con su actividad del día, sin sacrificar tantas horas y las transmisiones por streaming mejoraron mucho”. Para el funcionario del Jockey Club, con las agencias se ahuyenta al juego clandestino. “Mucha gente no tiene acceso y va a lo que tiene a mano, que suele ser clandestino. Si se pone una máquina oficial no es que el clandestino se va a ir corriendo, pero se le da una opción al apostador”. Arbulú está a favor del 10% que las agencias hípicas cargan a la apuesta: “Dados los porcentajes que se deben repartir de lo que queda del juego, si no se aplicara no le rendiría al hipódromo y tampoco al agenciero”.

Para Fucile, ”el público juega a diez cuadras del hipódromo, en su casa, las agencias, el Turfito (locales de Lotería); es un gran producto el turf argentino porque hay carreras todo el año, en pistas confiables, con reglas de la IFHA. En Francia el quinté lo juega todo el mundo y hay 25.000 bocas”.

El juego online no va a ser un golpe a la presencialidad en los hipódromos. Como Palermo lo demuestra los lunes y San Isidro los miércoles. A la provincia le falta dar el paso.