Van apenas 43
versiones de la entrega de las distinciones Carlos Pellegrini y desde hace
décadas son una tradición en un turf que supera los 150 años de existencia.
Cuando Roberto Vasquez Mansilla y su Comisión Directiva los impulsaron, en
1980, para premiar a los mejores caballos, jockeys, entrenadores, criadores y
propietarios de cada temporada, nacía un reconocimiento que eligen los medios
de prensa, algunas entidades hípicas y, desde hace unos años, el público que
asiste a las reuniones de San Isidro.
Pero ni siquiera esta última iniciativa, reclamada para darle un
carácter ecuménico a las entregas, más imparcial, puede evitar que haya
discusiones y polémicas. Tampoco pueden esquivar los Pellegrini, desde el
primer día, la sensación de que así como es un acierto que se amplíe la base de
electores, también merezcan ceñirse a un análisis serio, no a un mero marcar
cruces entre las opciones.
No todos se
toman el trabajo de calificar con razonamiento. Algunos recurren al sencillo
expediente de premiar por estadísticas, sin medir el valor de las campañas.
Otros, le pasan la planilla a un tercero que ni siquiera forma parte de la
organización que vota. Algunos votantes aparecen como jueces y parte, y esto
también genera controversias, en especial cuando se llevan a la elección los
conflictos personales. O cuando caballerizas y profesionales sancionados son
aspirantes a la máxima distinción.
El Jockey
Club, como creador y organizador de las distinciones Carlos Pellegrini, tiene
la potestad de elegir a los votantes. No hay reconocimientos de este nivel en
el turf argentino, equivalentes a los Eclipse en los Estados Unidos,
seleccionados por la National Thoroughbred Racing Association (NTRA); los
Cartier Racing Awards en Europa, surgidos de los puntos obtenidos en carreras
de Grupo y votos de periodistas británicos, lectores del Racing Post y del
Daily Telegraph; los Australian Thoroughbred Racing Awards, que eligen la Asociación
de Periodistas; los Sovereign Awards, otorgados por el Jockey Club de Canadá, y
los Japan Racing Association Awards, en Japón.
En nuestra
región están la Distinciones Maroñas, de Uruguay; los Premios Postín, en Perú; en
Chile, eligen el Hipódromo Chile y el Club Hípico de Santiago por separado, y
la Associação Brasileira de Criadores e Propietários do
Cavalo de Corrida (ABCPCC) otorga los Troféu Mossoró. Todos
más jóvenes que los Pellegrini.
Al cierre de
esta edición se premiaba a los mejores de 2022, lejos de los puntos de vista y
los desacuerdos que, una vez que empezaron a oírse las voces de Verónica Varano
y Marcelo Durán, conductores de la fiesta, quedaron de lado para dar paso a las
celebraciones. En todo caso, lo más amargo ocurrió en el final de la ceremonia
de 1990, cuando falleció Roberto Vasquez Mansilla en el salón Anasagasti, de la
sede de Alvear, minutos después de que finalizara la celebración de la jornada
que había soñado. Eso dolió más que una opinión.