Hace unos días, el Jockey Club renovó parcialmente su Comisión Directiva
en un acto que no tuvo lista opositora, con Juan Villar Urquiza a cargo de la
presidencia y un solo relevo en su composición, porque Enrique Piccardo, vocal
de la Comisión de Carreras, cumplió sus períodos previstos. “Era el único que
no podía renovar y va a quedar como adscripto. Con su experiencia era una pena
que se fuera”, asegura el titular del cuerpo. El vocal saliente trabaja junto
con Diego Zavaleta –secretario- en el Campo 2 de San Isidro.
Villar Urquiza viene de actuar en los mandatos de Miguel Crotto, al que
sucedió hace dos años. “Seguimos en la misma tendencia”, afirma ahora. “Desde 2017
las carreras no dan pérdidas y pasamos por un momento de muy buena relación con
todos, las entidades, los profesionales, los trabajadores, los gremios. Tenemos
los mismos objetivos. Y con el municipio de San Isidro estamos muy bien.
Gustavo Posse nos apoya”. Si hay algo que el intendente pondera y que quiere
preservar es el hipódromo, como él siempre lo describe, el invalorable “pulmón
verde” del distrito.
“Hay un proyecto ambicioso para los bajo tribuna, con locales, un polo
gastronómico, ya está el Club de la Birra funcionando bien. Lo teníamos que
licitar y ahora lo tiene que aprobar la asamblea. Es importante que se conozca
lo que tenemos”, cuenta el presidente, un eco de su discurso en la ceremonia de
las Distinciones Carlos Pellegrini, cuando el funcionamiento del laboratorio
del hipódromo con centro único de análisis también para Palermo y La Plata daba
pasos firmes. “Estamos recuperando el Tattersall para volver a tener ventas”,
añade. Ese ámbito fue uno de los centros de vacunación por el Covid-19 más
grandes de San Isidro y funcionó incluso en los días de carreras, sin problemas.
Y como la felicidad nunca es completa, existen los temas que no se
resuelven, muchos porque no dependen del Jockey Club. “Tenemos equipos parados
en la aduana, igual que las gateras australianas. No nos dan las SIRA (Sistema
de Importaciones de la República Argentina), los permisos de importación; por
ahí salen uno o dos. Ya se pagaron. Lo que sí nos autorizaron son las máquinas
vende-pago, más modernas. Vamos a traerlas de China, 50 en principio”. El yuan
se convirtió en la moneda de cambio con el exterior, lo que reduce el margen
para elegir cómo y dónde comprar.
“Hoy por hoy tenemos la mejor relación con Lotería [bonaerense]”, suma
Villar Urquiza. Sin embargo, recuerda: “No podemos lograr que vuelva al 12% el
aporte del fondo de reparación [está en el 9% desde la administración de María
Eugenia Vidal]. Todo cuesta mucho y no es mala voluntad de Lotería”.
Tampoco hay adelantos en la autorización del juego online. “Estamos más
cerca de tener la captación telefónica, la tenemos, pero con telefonía central,
no por celulares, trabajando con la actividad para implementar el commingle”.
Este sistema permite captar apuestas del exterior que van a los pozos locales.
Las carreras de caballos sufren las trabas comunes a la actividad
privada en este país, gracias a una administración nacional cerrada, que no
genera las condiciones para producir y exportar y que se multipliquen las
fuentes de trabajo. Debe ser porque es más lindo viajar a Nueva York para
mendigar en el Fondo Monetario Internacional que recorrer las inmensas zonas
pobres de la Argentina para ver con qué empezar a paliar la situación.
¿Con cuál de esas dos gestiones se estará más cerca de ganar una
elección? ¿Cuál será la acción que traiga más votos, ya que ni se piensa en el
bien común, inherente a la función pública? La mayoría de los aficionados al
turf, en especial el que sólo concurre a las grandes jornadas, como fue la del
República Argentina en Palermo o como será la del 25 de mayo en San Isidro,
pertenecen a la clase media, tan golpeada en estos tiempos que parece a
propósito.
Pero el 25 de mayo habrá fiesta en San Isidro, con representaciones de
las provincias, los espectáculos gauchescos, las amazonas, los Grupo 1 y el Clásico
Fondistas Provinciales. “Las carreras son divertidas, lo tenemos a Miriñaque…”,
apunta Juan Villar Urquiza. Los oasis que el turf no deja de celebrar.
Del Editor