El aprendiz que saltó a la cancha grande con la bendición de Roberto Pellegatta.
En un viaje de Rosario a Palermo le montó algunos caballos a su ídolo, quedó fascinado con la experiencia, tiempo después volvió a pedir trabajo y hoy es uno de los jockeys del “team”.
Dicen que las oportunidades se presentan
una sola vez en la vida, y si es así sin dudas que Héctor Dyke no dejó pasar la
suya a partir de escucharlo contar la circunstancia que lo llevó a convertirse
en el aprendiz que le corre nada menos que a Roberto Pellegatta y a Juan
Saldivia, caras visibles de un tremendo “team” que es uno de los más ganadores
del turf argentino.
“Yo había venido a correr una yegua que
venía de ganar en Rosario y Quique Pinedo, galopador de Pellegatta, nos
preguntó a Diego Aparicio y a mí si queríamos montarles algunos caballos a
Roberto. ¡Por supuesto que dijimos que sí! Para mí era un sueño estar frente a
Roberto y a Juan, a quienes veía con admiración por la televisión. No sabía qué
decir, tartamudeaba”, recuerda el joven de 23 años que hoy vive en el stud de
Roberto y ya ganó 6 carreras con el equipo de trabajo del entrenador porteño.
Así como a los 6 años supo que quería ser
jockey y se escapaba de la escuela Juana Azurduy de Padilla, estratégicamente
ubicada en el Parque Independencia frente al hipódromo, para ver varear los
caballos, esta vez también y tras conocer a sus ídolos, supo lo que quería: “Le
dije a mi vieja que me venía a Buenos Aires para probar suerte. Me acompañó mi
papá -Héctor, ex jockey y entrenador- para hablar con Roberto y con Juan y
preguntarles si no necesitaban un jockey. Y nos dijeron que sí, que estaban precisando
un chico liviano. Mi viejo se emocionó más que yo. Y me quedé a vivir en el
stud”, cuenta cómo le abrieron las puertas de uno de los equipos más ganadores
del turf argentino.
La emoción por la posibilidad de formar
parte del “team” Pellegatta fue similar a la que experimentó tras aquella
primera victoria en su Rosario natal con el ejemplar “Villar y Reunión”,
entrenado por su papá Héctor Darío, momento eternizado en un cuadro en el que
compartió las fotos también con su mamá Betiana Acosta y su hermana Brisa. O a
la que sintió cuando se puso la ropa de jockey en el cuarto de Palermo a sólo
unos centímetros de otro de sus ídolos, Francisco Fernándes Gonçalves: “No
podía creer tener tan cerca a alguien a quien admiro mucho y de quien observo
muchas cosas para asimilarlas”, señala quien hizo la escuela en Rosario con
Lucho Espinoza y Florian Maldonado, y que por ser menor de edad tuvo que sacar
un permiso para correr en Córdoba por intermedio del cronometrista Lucho Ortiz
de Guinea.
Con la vocación en marcha que le permitió
concretar uno de sus grandes sueños como correr en Buenos Aires y a uno de los
profesionales más exitosos, Héctor Dyke se abre camino a base de trabajo. Y
sólo tiene palabras de agradecimiento: “Todas las noches le doy gracias a Dios
por cada día. Y a mis viejos, que son extraordinarios, y siempre me enseñaron
que con trabajo y respeto se alcanzan las metas”, concluye el aprendiz que es
una de las buenas apariciones entre los nuevos jinetes del turf nacional.