Pocas veces se tiene la suerte de ver en pistas a un velocista como Labrado (Le Blues), que este lunes sumó la octava victoria de su espectacular campaña compuesta por tan sólo diez presentaciones al quedarse por segundo año consecutivo con el Clásico Paraguay (G3), la prueba principal del programa del Hipódromo Argentino, esta vez con algo de polémica.

Es que el pupilo de Ángel Bonetto hizo sufrir a la mayoría, ya que al largar se tiró adentro y molestó a un par de rivales, dando una nueva muestra de su mal carácter. Luego vino peleando con Marshall Patrol (Violence) la mayor parte del tiro, y en el final, cuando pudo quebrar al del Rubio B, contuvo con lo justo al potrillo El Porfeado (Emperor Richard), que lo atacó por fuera para escoltarlo a la cabeza al cabo de 54”29/100.

¿Pudo haber sido distanciado? Sí, molestó en la suelta a Le Decían (Le Blues), tercero a tres cuartos de cuerpo del escolta, corriendo mucho en el final. Su propietario reclamó, pero en el comisariato entendieron que la molestia no había sido determinante para bajar al ganador.

Respiró entonces la multitud que acompaña al actual rey de los sprinters y que ya se había sacado la foto con el crack. Labrado se mantuvo en el trono de los veloces, en gran parte gracias al trabajo que realizó en su montura Wilson Moreyra, exprimiendo al máximo a un caballo incontrolable.  

No detiene su marcha el criado en El Paraíso. Su palmarés es brillante: solo cayó en dos oportunidades, por breve margen. Una ante el crack Luthier Blues (Le Blues) en el Clásico Irlanda (G3) en el que el veterano se desquitó de lo que había pasado en el Gran Premio Suipacha (G1) del 2022, relegándolo por el pescuezo. Y la otra ante la campeona uruguaya Girona Fever (Texas Fever), que lo venció en el GP Ciudad de Buenos Aires (G1) por la cabeza.

Después fueron todos triunfos, la mayoría holgados y algunos con susto, como el de este lunes. Pero todos se festejan igual.