Nunca los agasajos y los homenajes a los jockeys son suficientes para tanto que hay que agradecerles. En estos días uno se pudo cruzar con Jorge Valdivieso el día en que se corrió el Clásico Vilmar Sanguinetti y nos presentó a Alejandro y Juan, hijos del Topo. El primero, abogado, el segundo, el más chico de tres varones, nacido después del accidente de 1988 que le puso punto final a la carrera del gran jockey uruguayo.

Guillermo Sena, el jockey de El Sembrador, es una presencia habitual por su función de nexo de los jinetes con los hipódromos, como antes lo hacía Juan Maciel. Walter Serrudo también reprisó hace unos meses y repitió la visita a San Isidro en poco tiempo. Rubén Laitán estuvo en el agasajo que le hizo Palermo, igual que Víctor Centeno y Marina Lezcano en su momento, y tantos ex jockeys y jocketas que siempre están, como Irene Guimaraes, hoy agente, o Juan Zárate, asistente de entrenadores.

Los jockeys tienen, como todos, etapas favorables y que dan frutos más esporádicamente. Rodrigo Blanco, por caso, está volviendo a montar más seguido. En este segundo semestre suma cinco victorias, una de ellas en el Clásico La Mission (G 2-2000 m) con Mysterious Way. “Me estoy poniendo bien físicamente. No estoy 10 puntos, pero voy muy bien con el peso. No terminé cansado, aunque me falta un poco de ritmo de carrera”, dijo el cordobés tras el clásico.

“Soy un afortunado -frase que repite siempre- porque a esta yegua no la había corrido nunca ni la había trabajado”. En el programa de radio El Derby comentó que quiso ponerse en forma para competir porque sus hijos adolescentes no lo habían visto correr. El viernes confesó que además quiere responderle al stud Firmamento. “Le voy a estar agradecido a su gente toda la vida por vestir esa chaquetilla. Los trabajadores, galopadores, los peones.

Alfredo Gaitán Dassie, Daniel. Y tengo una buena hinchada por ahí [en medio se oyen los gritos luego de su triunfo en el clásico]. Estoy pasando un momento lindo de mi carrera a los 41 años y con 23 de profesión”.

Eduardo Ortega Pavón está más en training que el cordobés, pero no exento de algún bajón. “Es cuestión de tranquilizarse. Cuando uno no gana se apura, hace cualquier cosa para ganar y es peor. Entonces paré un poco y estoy cómodo, les corro a los cuidadores que más conozco, sé cuándo el caballo está sano, entonces voy con toda la confianza. Vos sabés que arriba doy todo lo que tengo, entonces es bueno correr a los caballos que conozco, así hago lo que tengo que hacer”.

El paraguayo va a cumplir 38 el 13 de octubre, “antes de correr el Jockey Club”, remarca. Ese es uno de esos clásicos en los que Ortega ofrece un plus. “Como me dijeron una vez, ‘cuando tenés un caballo bueno no te encerrás nunca’, pasás por donde haya lugar”, sentencia. Dirigió a Beauty Sea en su triunfo por la cabeza ante Oasis Boy, en el Clásico Old Man (G 3), al que alcanzó en la raya. “En estos finales dámelo siempre a Ortega”, confiesa Nicolás Martín Ferro, cuidador del ganador, que le va a dar desquite en la Polla a Oasis Boy.

Como todo jinete que se destaca a poco de salir a la palestra, Gustavo Calvente vivió desde sus inicios emociones como estar ternado para los Olimpia a los 18 años junto con Pablo Falero, que obtuvo ese premio en 2005. El pergaminense ahora lleva 51 conquistas de Grupo 1 -con Juan Carlos Noriega son los más ganadores de grandes premios en actividad- , a los 37 años. Es monta de confianza de Roberto Pellegatta, Hugo Miguel Pérez recurrió a él en carreras de compromiso, y a Lalo Tadei le dijo que estaba en condiciones de volver a montar los caballos a su cargo. Tres entrenadores que fueron jockeys.

Gustavo, hijo de Héctor, hoy cuidador, con el que se cruzaron más de una vez en la pista, y hermano mayor de Franco, sueña con estar en una carrera los tres. El sábado, montará a El Kódigo en la Polla de Potrillos y a Luz Delito en la de Potrancas. No sólo los mejores caballos estarán en las gateras en el vértigo de los últimos cinco meses del año. El turf necesita también a los ases de la fusta. El sábado será ese encuentro, otra vez.