Las crisis salen a la luz cuando los fondos
empiezan a faltar, como en un país que depende de préstamos y no de su
producción; o en un equipo de cualquier deporte cuando las derrotas son más que
las victorias. Siempre la falta de resultados desnuda las flaquezas, las fallas
se hacen más evidentes si la economía se encoge. El turf no escapa a la
declinación general, más bien la acompaña como toda actividad lúdica de la que
se puede prescindir, en el caso de los clientes más visibles, los apostadores.
Por estos días, por iniciativa de un grupo
de entrenadores de la villa hípica de Palermo, hubo una reunión que incluyó a
dueños de caballos y criadores, en la sede de Propietarios, en Barrio Norte. De
allí surgió una carta que circuló en redes, en la que se detallan algunos
puntos: aumento de premios, que debe ir atado a los incrementos en el alquiler
de los boxes; reparaciones en la pista de césped y las empalizadas, y en la
zona de caballerizas.
Los profesionales palermitanos calificaron
de extemporáneos los últimos ajustes “porque no se cumplió con el compromiso
que obliga a avisar con 30 días de anticipación a los aumentos de los boxes”,
señalaron. “Los esfuerzos no son equitativos”, opinan, y agregan que “los
premios propuestos para las carreras que se disputan en el Hipódromo Argentino
de Palermo no conforman a quienes invierten ni a quienes trabajan en la
actividad.”
La última mejora en los premios se dio en
julio, en coincidencia con el cambio de categorías de los caballos que
compiten, que para los cuidadores es lo habitual a esa altura, pero se licuó
con el costo de vida de esta actualidad inflacionaria. “Necesitamos que HAPSA
haga su máximo esfuerzo para sostener la correcta valoración de nuestras competencias”,
dicen quienes solicitan que las bolsas de premios “de todas las categorías
condicionales reciban un aumento del 100 por ciento”.
Estos reclamos chocan con lo que este
sector de entrenadores entiende que son “dilaciones” de las entidades que
asistieron a aquel encuentro, incluida la Gremial de Profesionales del Turf,
para presentar a las autoridades de Palermo y San Isidro una nota con todas sus
demandas, por lo que los preparadores se sienten “indefensos”. Además,
recalcaron que el conflicto no es político, y no tiene que ver con internas en
el sindicato. Otro punto en el que discrepan profesionales y entidades es en
los destinatarios de la nota de queja: mientras los entrenadores buscan que se
dirija a los hipódromos, los propietarios y la Gremial opinan que debe enviarse
a las loterías porteña y bonaerense.
En la Ciudad de Buenos Aires, Lotería pautó
que el 5% de las ganancias que provienen de las tragamonedas se destine a
premios hípicos. En la provincia de Buenos Aires, la ley obliga a los
hipódromos un mínimo de 9 por ciento que, según los datos que compila Criadores
Argentinos del Sangre Pura de Carrera -REVISTA PALERMO la publicó en la edición
35- arrojó un promedio del 67% del fondo de reparación desde enero de este año
hasta julio. En el hipódromo Argentino de Palermo, esa cifra fue del 5,09%,
ligeramente superior al mínimo. Por premios hípicos, el escenario porteño
partió desde el 14,32% en enero hasta el 1,69% de julio, lo que en promedio
resultó en el 8,61 por ciento como reparto para 2023. San Isidro entregó el 8,1
por ciento.
Tener un caballo de carrera nunca fue un
buen negocio. Y menos en épocas de vacas flacas.