El camino más sencillo para los que no quieren hacerse cargo de sus actos o de sus omisiones es culpar a la prensa o tacharla de “irresponsable”. Parecen olvidarse de que hoy hay redes sociales, que los celulares tienen cámaras fotográficas incorporadas, que todo se viraliza. Lo que sucedió el lunes en el hipódromo de Palermo, que suspendió la reunión después de correrse la sexta carrera por fallas en el centro de cómputos, habría arrojado como resultado sólo una incidencia inesperada, sorpresiva y desagradable, si no fuese por la desinformación.

Los medios de prensa son el nexo entre el protagonista y la audiencia (perdón por la obviedad), de allí su nombre. Pero el lunes se volvió al medioevo, cuando las noticias se conocían por bandos oficiales o por el cantar de los juglares que recorrían los pueblos y llevaban las novedades. Los directivos de Palermo no aparecieron, salvo una excepción. A cada paso había un corrillo en el que se decía que un tema gremial había metido la cola. Hasta se habló de improbables boicots al turf, en el momento en que se anunciaba que sólo se iba a correr el Clásico Coronel Miguel F. Martínez (G 3) sin apuestas y que el resto de las pruebas que no se corrieran serían reprogramadas para pasado mañana, viernes 15. Se había cumplido el programa hasta la sexta.Para muchos de los afectados, el videograph en las pantallas supo a poco.

Las autoridades cumplieron en este punto y el viernes fueron agregadas las ochos carreras suspendidas, incluido el clásico preparatorio para el Nacional. Lo que quedó fueron las discusiones entre cuidadores de Palermo, San Isidro y La Plata con algunos que vinieron del Interior y bloquearon la salida de caballos desde la redonda de presentación a la pista, y el loable esfuerzo de Ignacio Pavlovsky, vicepresidente de la Comisión de Carreras, por evitar una especie de puja de unitarios contra federales que se produjo, ofreciendo que el hipódromo se hiciera cargo de los traslados de los equinos, entre otras cosas. Se vio a Gustavo Scarpello, Jorge Mayansky Neer y Juan Saldivia, que presentaban caballos en el clásico, en un cambio de opiniones –evitable– con sus colegas. “Corremos todos o no corre ninguno”, se oyó entre los profesionales.

También se oyeron rumores acerca de que el sindicato de empleados trababa al turf por despidos en el área de tragamonedas. Nada que pudiera pasar de eso. Sonó a una hipótesis sin más fundamentos.

Nota de la Dirección: Al cierre de esta edición, un gerente de Palermo explicó –24 horas después del incidente– que deberá informar a Lotería de la Ciudad lo que ocurrió con el prestador del servicio de internet, lo que obligó a suspender ocho carreras de la reunión. Y que están trabajando para resarcir a los damnificados.

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El fin de semana también ofreció carreras de alto nivel y la novedad más esperada, en San Isidro: se pusieron en funcionamiento las gateras australianas que estaban en la aduana desde febrero, tras haber sido compradas en 2021. La falta de la  autorización para liberar divisas demoró los pagos de las cuotas. “Vinieron de Australia a armarlas y terminaron ayer”, contó Juan Villar Urquiza, presidente del Jockey Club, el sábado. “Son cuatro cuerpos de ocho puertas hidráulicas, similares a las de Palermo; es un avance importante”.

De paso, Villar Urquiza aclaró los errores de una nota que difundió una agencia de noticias: “Ni el presidente del Jockey Club, ni el Jockey Club ni el Stud Book tienen que ver con los inconvenientes que hubo para la exportación de Belleza de Arteaga, como se publicó”. Bajo el título “Otro golpe al Jockey Club: podrían citar al presidente tras la denuncia de la Aduana por Belleza de Arteaga", la crónica empleaba el condicional responsabilizar al directivo.

Sobre la cuestión concreta del traslado a California, para competir el 7 de octubre en la Breeders’ Cup, que causó el revuelo, Cacho Valenzuela, propietario de la yegua del stud Chos Malal, comentó: “Está todo aclarado, se solucionaron algunos puntos del expediente que estaban mal incluidos. Viajamos con [el entrenador] Juan Saldivia en estos días”. Ojalá se esté a tiempo.