Corría el año 1976 y el 25 de mayo el hipódromo de San Isidro cerró sus puertas obligado por la incompresible legislación vigente en ese entonces. A partir de esa fecha, el Jockey Club, su legítimo propietario, comenzó a batallar para defender sus derechos a organizar carreras y en un arreglo con el Ministerio de Bienestar Social, que era el arrendatario, logró su restitución en 1978. A pesar de los tres años y medio de inactividad, sus dirigentes se alinearon con la decisión de cambiar lo pasado y encarar, con un criterio de avanzada y transformador, al turf argentino. Mejoró el escenario, puso el más moderno totalizador electrónico, la iluminación artificial, un circuito cerrado de televisión y una organización a nivel humano acorde con los mejores hipódromos del mundo.

Cansados de los viejos esquemas del juego, propuso a los aficionados un atractivo sistema de apuestas, con trifectas, exactas, dobles, entre otras, que fueron aceptadas con gran entusiasmo. De esa manera, se agilizaron las operaciones. Fue por eso que el 8 de diciembre de 1979 resultó una fecha histórica para nuestro turf, que contó de manera especial con quienes creyeron en el proyecto y lo llevaron adelante contra viento y marea. El presidente del Jockey Club, Roberto Vásquez Mansilla, el de la Comisión de Carreras, César Iraola, y el gerente hípico, Jorge Iglesias, tuvieron una actuación fundamental en el crecimiento de San Isidro en los años posteriores.

Tuve la suerte de vivir esa etapa desde mi rol de periodista hípico, sobre todo por mi amistad personal con Iglesias, y supe de su pasión por la actividad y su amor por San Isidro.

Siempre dispuesto a dar toda la información que le solicitaban, manejó su relación profesional bien separada de lo que su función le exigía. Tuvo, a mi criterio, una actuación sobresaliente y fue muy importante en la evolución del hipódromo. A través de él también pude valorar la gestión de los dirigentes y me fui dando cuenta de que el turf estaba cambiado, tanto en el espectáculo que ofrecía como en el atractivo de sus apuestas. Fue innovador, creativo y como en una oportunidad dijo su presidente, fue: “La imaginación al poder”.