El Gran Premio Nacional (G 1) tiene su microclima. Es un acontecimiento que excede la coyuntura y es capaz de saltear o poner en pausa situaciones conflictivas, como el reclamo por mejoras en los premios que moviliza a un sector de entrenadores de la villa hípica de Palermo junto con dirigentes de la Asociación de Propietarios y los resquemores que dejó la suspensión de la reunión por problemas en las conexiones que aún no fueron aclarados como se prometió, pero generaron sanciones a algunos de los profesionales involucrados.

Lo que parece no tener explicación, por lo menos para la mayoría de los actores del turf consultados, es la regular anotación en los grandes premios del sábado. Más comprensible en el Nacional, donde siempre llegan los más aptos para 2500 metros, que son los menos, y no está mal que haya nueve competidores. En el Gran Premio Palermo (G 1-1600 m) hay once, bien, pero lo que llama la atención son los apenas siete del Gran Premio Maipú (G1-1000 m), una cantidad llamativa en un clásico de velocistas que nadie se quiere perder y que suele mostrar la gatera llena de punta a punta, en Palermo y en San Isidro. No es un problema de falta de ejemplares: en las caballerizas de ambos centros de carreras es imposible conseguir un box desde hace tiempo, aunque es cierto que los entrenadores y propietarios empiezan a hacerle lugar a la generación 2021, pero permanecen los caballos clásicos, desde luego. Por otro lado, hay un 108% de aumento en los premios de la jornada del sábado respecto de 2022: en el Derby se pasó de 17 millones de pesos al 1° a 35 millones. Insuficiente, dicen los gremios y los propietarios; reales, opinan las autoridades del hipódromo.

El juego a través de BeTurf, que hasta hace poco se circunscribía a la Ciudad de Buenos Aires, ya permite a los habitantes de todas las localidades de la Provincia de Buenos Aires acceder a una plataforma de apuestas online para el hipódromo de Palermo sin el requisito de registrar un domicilio en la Capital Federal. La suma del juego en estas jurisdicciones da el 95% de lo que recauda el Argentino, un dato incomprensible si no se supiera de la existencia del juego ilegal.

La captación en el hipódromo se vera reforzada por operadores venta-pago de San Isidro, aunque no de La Plata, que tienen vedado el trabajo aquí por cuestiones gremiales. En tanto, la recaudación por commingle, el sistema de apuestas desde el exterior, ofrece un promedio diario del 12% del total del juego de Palermo.

Para Federico Spangerberg, Gerente Hípico de Hipódromo Argentino de Palermo SA (Hapsa), la llave para que los premios se incrementen con fondos genuinos está en los distritos del país en los que es de uso y costumbre el juego clandestino, es decir, el que no se integra al pozo que produce el organizador del espectáculo (por si hace falta aclarar un concepto que en la Argentina es ominosamente normal, como un karma). Los organismos de control –Lotba en la ciudad y el Instituto de Lotería y Casinos bonaerense– están en deuda con esta cuestión… o la tortuga se sigue escapando.

Ya se había tomado nota de estos asuntos en este espacio y también en la voz del ejecutivo palermitano, así como de su explicación sobre que el reparto a premios del 9% de las jugadas hípicas y el 5% que proviene de las máquinas tragamonedas –el piso de un porcentaje que no es fijo- son cifras a las que se debe llegar entre enero y diciembre y que fluctúa hacia arriba o hacia abajo si se verifica mes a mes. Según Spangerberg, el producido por las slots del casino de Palermo supone 2/3 de lo que se  recauda, por lo que reclamar que los premios hípicos se incrementen acompañando la inflación (130% interanual), señala, es ignorar cómo se componen estas recompensas.

En una sociedad en la que de tiempos inmemoriales imperan frases como “hecha la ley, hecha la trampa”, que tienen “fuerza de ley”, como un mal decreto, nada extraña. En los países anglosajones se llama laws are made to be broken. Ningún lugar parece estar exento, pero aquí los volúmenes del juego son ínfimos al lado de los del hemisferio norte, lo que acentúa las consecuencias del déficit en controles y sanciones.

Como en la “Fiesta” de Joan Manuel Serrat, el himno nacional y la campana de largada de la primera carrera de este sábado 11 repercutirá en los oídos de todos, como ocurre desde aquel 1884 del primer Nacional, y por una tarde se olvidará “que cada uno es cada cual”.