Hace una semana se decía en este espacio que por un día al menos se viviría una fiesta con el Nacional, aunque al siguiente se volviera a los problemas sin solución del turf. Las luces LED, el drone, el público no habituado de la feria Carne que ayudó a llenar las tribunas, dieron el contorno que uno quisiera ver más seguido. La recaudación alcanzó los 474.977.807 pesos, con 31.562.556 jugado en el exterior, por el commingle.

Una de las emociones la transmitió Roberto Pellegatta, que a sus 82 años continúa marcando el camino de los entrenadores, con equipo renovado, como él mismo explica, porque muchos de sus colaboradores lo acompañan desde hace 50 años. Justo a él, que siempre quiso (quiere) que su gente suelte amarras y trabaje por su cuenta, como lo hizo Miguel Suárez, que lo acompañó durante cincuenta años fructíferos (“Por suerte se quedó al lado mío”, dice Pella) y ahora “se hizo cuidador”, atiende a La Leyenda, entre otros; un profesional con experiencia en los Estados Unidos al que le costaba dejar la caballeriza de Dorrego y las vías.

“El equipo se puso muy viejo, entonces hice uno nuevo, uno tenía 95, yo 82…”. Juan Saldivia forma parte de ese equipo-. “Es muy trabajador”, lo describe Roberto. Y como Suárez, tampoco quiso largarse solo en su momento, prefirió ser asistente principal del hombre que alcanzó su sexta victoria en el Nacional y al que se le entrecortaba la voz cuando respondía preguntas en la conferencia de prensa, aún en el estrado. “Yo nací acá”, dijo por toda explicación sobre lo que sentía.

También María Fernanda Álvarez se quebró después de ganar con Comando Secreto el Gran Premio Palermo (G 1). Ella también tiene su trayectoria como entrenadora, de menos tiempo claro, acompañando a su marido, Walter Suárez: “Esto cuesta mucho, estas copas valen oro. Trabajamos mucho, renegamos a veces y somos sumamente positivos, pero a veces nos pasan cosas que nos ponen un poquito negativos, nos hacen pelear, con nuestros colegas, con nuestras cosas”, revela ante Revista Palermo, en Instagram.

“Lo que pasa es que pedimos soluciones y aunque se piense que estos momentos de alegría no son para reclamar nosotros creemos que sí. No queremos un turf de muy poquitos y nosotros queremos seguir estando acá, siendo chiquitos, porque nos pasan cosas y a veces agachamos la cabeza y no acostumbramos y no hay que acostumbrarse, ni nosotros ni los jockeys, ni los propietarios ni los criadores”, suelta de un tirón, casi desahogándose. Ya se contó en estas líneas sobre las cuestiones que preocupan en la villa hípica de Palermo, donde tiene su stud María, como cierto descuido en las calles de boxes y los aumentos en tarifas de servicios que no son acompañados por mejoras en los premios.

“A veces tenemos que levantar la voz, aunque nos cueste y por ahí con estos triunfos nos escuchen y piensen un poco más. Estamos todos unidos en nuestros reclamos, pero hoy estoy feliz y no quiero quejarme, me va a retar Walter”, confiesa con pudor y algo de humor para superar el momento inesperado, espontáneo. Un grupo de cuidadores y propietarios que se manifestaron en la puerta del hipódromo hace poco sintieron que no se los escuchaba, sobre todo en el tema premios, pero María Fernanda Álvarez piensa en soluciones para todos, los que ganan -como es su caso y lo admite- y los que la pelean de abajo.