En esta edición de Palermo Blanca, Alberto Stein, criador y propietario en su establecimiento La Leyenda, traza un panorama sobre las posibilidades de los caballos argentinos en el mundo, que se basa en el respeto que se les tiene a partir de sus logros y los de las yeguas madres exportadas. “Entendiendo el pasado sorprende menos el presente”, explica.

Cuando el entonces denominado Gran Premio Asociación Latinoamericana de Jockeys Clubs e Hipódromos tuvo su carrera inaugural en 1981, y antes, cuando los dirigentes empezaron a pensarla (con Roberto Vasquez Mansilla, presidente del Jockey Club, como impulsor), el convencimiento de todos convergía en que el turf argentino ejercería una hegemonía como la que dispuso hasta los 70, cuando algunos propietarios se daban el gusto de ganar dos clásicos distintos, en diferentes distancias, en un mismo fin de semana de festivales clásicos en Brasil, por ejemplo. Pero la realidad fue otra.

La versión 2024 del Gran Premio Latinoamericano (G1 – 2000 metros, US$ 300.000), que tendrá lugar el domingo 14 de abril en la pista de arena del Hipódromo de Monterrico, en Lima (Perú), no es la carrera de los sueños para los propietarios y profesionales de nuestro país. Declinaron la invitación los dueños de Pepe Joy, al que entrena Gustavo Romero, quien aseguró que el fondista no se recuperó del todo luego del Carlos Pellegrini (G 1) y no va a llegar 10 puntos, “además de tener que afrontar el viaje”, como señaló al programa radial El Derby. Pepe Joy, 8° del brasileño Doutor Sureño en 2023, en San Isidro, fue designado por este hipódromo. Hay dos posibilidades: o el Jockey Club no hizo la gestión para conocer si estaba eligiendo a un caballo cuyos dueños aceptarían correr o hubo una contramarcha de estos últimos.

En tanto, Hipódromo Argentino de Palermo anunció que no tendrá representante en la carrera pues “todos los oportunamente nominados no han aceptado el ofrecimiento para participar”. A Jorge Mayansky Neer, entrenador de éxito que preparó al vencedor de la versión 2018, en Maroñas, Roman Rosso, y tres veces obtuvo el Pellegrini al mejor del año, le ofrecieron competir con su pupilo Lagarto Boy y también rechazó la invitación.

Desde Brasil, los propietarios del caballo brasileño Apolo Dez, que fue invitado por el Jockey Club Brasileiro, también desestimaron el convite para concurrir a Lima. Así, los únicos visitantes confirmados hasta el momento son el brasileño Pinhao do Iguassu, por el Jockey Club de Sao Paulo, y los uruguayos Pluto y Olimpo MT, ambos defensores de Phillipson, por el Hipódromo Nacional de Maroñas.

El turf es una actividad de privados en la que una caballeriza pone en juego su patrimonio en pos de un triunfo deportivo en condiciones lo más igualitarias posibles para todos los competidores, algo que para los caballos argentinos

es difícil de encontrar en nuestro Gran Premio Latinoamericano, mientras que, por el contrario, los caballos visitantes ganaron ocho veces en las doce versiones que se organizaron en San Isidro, Palermo y La Plata. En el caso de

Monterrico, la mayor dificultad la ofrece su pista de perenne arena pesada.

Danilo Chávez, presidente del Jockey Club del Perú, había reconocido luego de las reuniones de Buenos Aires, en octubre: “No fue nada sencillo obtener la sede del Latinoamericano en Monterrico por la difícil tarea de convencer a

los miembros de la OSAF. Los preparadores extranjeros se resisten a venir a correr a nuestro hipódromo pues indican que la pista pesada favorece a los caballos locales”.

El escenario de Lima no es anfitrión del Latino desde hace diez años.