Sin ser directo responsable de lo que sucedió, este triunfo del zaino doradillo se vio algo opacado por lo que ocurrió en las gateras - el de las malas largadas no es un tema exclusivo de ningún hipódromo- porque si se pone la lupa sobre lo que pasó en la suelta, esa partida debió haberse anulado.

¿Pero que pasó en el palo de los 1400? Por lo que se vio, un par de ejemplares pecharon las puertas una fracción de segundos antes que el resto y que el starter accionara el botón de apertura, y eso produjo que algunos partieran con ventaja; y que otros, en cambio y como sucedió con Roman Julius, el enemigo de la prueba, lo hicieran con retraso. Y cuando se aguardaba que se diera por anulada la largada, nada de eso pasó, los caballos siguieron su camino, seguramente alimentando la bronca de quienes habían apostado, por ejemplo, por el caballo de Firmamento que finalizó quinto a 11 cuerpos del ganador.

Tras viajar tercero detrás de Don Empeño y Cappello, los que "se suicidaron" adelante, Candy Beer avanzó en la recta estimulado por Brian Enrique, pasó de largo en los 150 finales, ajeno a todas las polémicas que desató lo ocurrido al comienzo del cotejo.