Muchas veces se dijo que Carreras de las
Estrellas tiene la virtud de la supervivencia, en este turf que debe adaptarse
a cada ciclo económico y político inestable, como todas las actividades del
país. La misma Breeders’ Cup, el espejo en el que se mira la Fundación Equina
Argentina (FEAR), organizadora del festival que llegó a su 33ª versión el fin
de semana, sufrió algún cimbronazo, como la crisis de 2008, cuando comenzó a
reducirse el número de nacimientos y se redujo la base de inscriptos en el
sistema.
Un contexto difícil hace que todo sea una
tarea ciclópea, desde la seducción a los propietarios y criadores para sumar
inscriptos, a la más placentera tarea de organizar las Estrellas en el
Interior, que cada vez tiene más provincias interesadas en pertenecer. El
gerente Darío Serino tiene una influencia innegable en ambos cometidos.
Este año, Carreras de las Estrellas volvió
a San Isidro con una innovación que, como todas, deberá superar el examen del
tiempo y la experiencia, y que, como debe ser, ya tiene sus opiniones en favor
y en contra. Lo cierto es que Carreras de las Estrellas vinieron con un pan bajo el brazo. Unos días
atrás, se había anunciado que BeTurf llegaba a la provincia de Buenos Aires,
con lo cual los apostadores pueden registrarse sin recurrir a malabares para
ofrecer un domicilio en la Ciudad de Buenos Aires, la única jurisdicción
habilitada hasta hace poco.
Queda pendiente el
acceso para los aficionados del resto del país, una tarea que, se sabe, es más
ardua que asimilar las nuevas tecnologías. Mientras, habrá que esperar sentados
en una banca.
Las
carreras de provincianos se potencian
La experiencia de Palermo, ya reconocida
por todos, demuestra que el interés de los propietarios del Interior por
competir en el templo porteño, lejos de decaer, crece. Los 75 ejemplares
inscriptos generaron un domingo diferente, como si las fiestas domingueras de
las provincias se hubieran trasladado a uno de los hipódromos centrales del
país, porque las réplicas llegaron también al otro grande, San Isidro.
El hipódromo Argentino tiene tres fechas
dedicadas al Interior, ahora: esta de invierno, que podría trasladarse a julio,
quizá para que no haya una gran concentración como en estos días de cambio de
las edades; la de diciembre, tradicional, con el Provincias Unidas, y la
Finalissima, en enero. Y hablando de las edades, se prevé que, para amortiguar
el impacto del inevitable declive en los programas en el inicio del segundo
semestre, Palermo disponga un aumento de alrededor del 25% en los premios.
El final de la celebración de los
provincianos en Libertador y Dorrego entró en un cono de sombra el lunes, en la
última carrera del Encuentro Provincial Invierno, donde se accidentó el jockey
santafesino Renzo Pettinari cuando cayó la yegua que dirigía, Clásica Song, a
poco de cruzar el disco. El jinete resultó con pérdida de conocimiento, que
recuperó enseguida y un par de vértebras rotas, sin desplazamiento, si n mayor
gravedad.
Lo angustiante de la situación se agravó
por la demora de la ambulancia en llegar. Ese vehículo debe venir siempre
detrás del último caballo en el desarrollo, cosa que esta vez no ocurrió. Un
paro cardíaco en ese momento podría sobrellevarse con una atención inmediata,
no tres minutos después. Son tiempos sensibles, con los miedos a flor de piel
ante situaciones que requieren los máximos recaudos siempre.
El saldo positivo, además del premio de un millón
y medio de pesos a los ganadores de las siete pruebas y de la clasificación de
cada uno de ellos para correr el Especial Súper Encuentro Provincial (la
mencionada Finalissima), en enero de 2024, fue la enorme asistencia de público,
inusual para un domingo. Como para pensar si reuniones “dobles” como las de Estrellas
pueden armarse sábado-domingo.