Lo que puede considerarse parte de la era dorada del hipismo en Venezuela, contó con la presencia de muchos ejemplares importados provenientes de distintos países de la región y del viejo continente. La Argentina siempre marcó la pauta en esa materia, destinando a múltiples de sus criados a competir, en un principio, en el icónico hipódromo de El Paraíso, para posteriormente dar paso a La Rinconada, óvalo que se mantiene en pie y que después de tantas décadas vuelve a posicionarse con su programación selectiva, siendo tremendo atractivo para inversores vecinos, y no tan cercanos, debido a los jugosos premios que ofrece.

Su magno evento es el Gran Premio Clásico Simón Bolívar (G1), que se disputa desde el año 1946, y que para esta temporada reparte la suma de 300.000 $, test que desde sus inicios fue dominada por los “pibes” hasta que se interrumpió la importación. 

Fue tal el arrase de los argentinos, que de las primeras 29 ediciones, ganaron en 23, siendo los protagonistas: Seriote, Aguafiestas, Caimán, Impetuoso, Arcaro, Los Altos, Carril, Préndase, Senegal (x2), Escribano, Pensilvania, Cambur, Prenupcial, Primordial, Ferrumbrás, Tronado, Feusinha, Chateaubriand, Paunero (empató con el británico Senador), Straightway, Vaticinio y Gorgo. 

El meeting de 1975 fue el último para caballos extranjeros en el predio de Coche, y con esto nos referimos a que ya no podrían cumplir campaña en competencias comunes. Prácticamente 50 años después se modificó el reglamento para retomar con el crecimiento de la actividad, y Tuco Salamanca, criado por Marovi S.A, marcó el hito tras casi medio siglo sin presencia de forasteros en el plano condicional, con el valor agregado de concretar el éxito, pues, el pasado domingo se llevó la dorada sobre 1400 metros, en lote de 6 años y más, ganadores de 3, 4 y 5, que repartió 10.500 $. 

Cristian Viola nació y vivió parte de su vida en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y su gran pasión por el hipismo terminó de florecer en los pagos de El Libertador de América, donde ya tiene 22 años. 

“Mi primer caballo de carreras lo compré en Venezuela.  De ahí para adelante pasaron varias cosas, hasta el punto en el que tuve un haras en Argentina llamado Cerro Ávila. Nos mantuvimos en Caracas tratando de ver cómo mejoraba esto y ahora es un momento apropiado para continuar con la aventura que llevo a cabo, esa de importar para competir”, aseveró. 

“Siempre tratamos de tener alguno en Buenos Aires. El primero fue Lucky Handyman, entrenado por el doctor Carlos Carabajal, con quien aprendí mucho de la hípica. También me cuidó Hugo Pérez, Julio Zancanaro, Pablo Cioccarelli y Pablo Sahagian”, comentó. 

El Stud Transformers es la base del Stud V, y cuando compran a Tuco Salamanca, a Techno Music y a Bambino Cósmico, deciden crear la caballeriza en Argentina.

“Fueron elegidos para correr en Venezuela, pero con las complicaciones del traslado decidimos darles algunas carreras entre San Isidro y Palermo. La verdad que el turco hizo un trabajo excelente con los caballos”.

La fanaticada hípica a nivel global vive la actividad con distintas particularidades, pero la caribeña tiene un no sé qué… la disfruta de manera distinta. Hay que estar conscientes de lo que representa el hipismo en la idiosincrasia del venezolano, y para tener una idea de su significatividad, podemos considerar que es el segundo deporte en el orden de jerarquía, por detrás del béisbol, que se vive con tanta euforia como lo hacen los argentinos con el fútbol. 

“Esto lo llevamos con mucho sigilo, no habíamos dicho que correrían en Venezuela cuando ganaron en Argentina. Tenemos muchos seguidores en X y cada vez que poníamos algo de las carreras de allá la repercusión era muy buena, por el hecho de que un stud venezolano corra afuera y le vaya bien. El fanático acá es muy apasionado y tenemos un apoyo increíble”, manifestó.

“Estamos en un momento hípico muy bueno. Se ha hecho un trabajo tremendo, sobre todo con el tema de los premios. Los caballos nos permiten tener aspiraciones, incluso, recuperar la inversión muy rápido de ganar algún clásico. La idea nuestra siempre fue abrir el camino a que los propietarios comenzaran con la importación. Estuvo cerrada durante muchos años y se está abriendo, ahí es donde nosotros queremos apostar. Dimos el primer paso con el propósito de reinsertar a la hípica venezolana en el lugar que merece estar. Hay que reabrir puentes para que la cría se potencie”, enfatizó. 

El Gran Premio Clásico Simón Bolívar (G1), contienda que suele disputarse el último domingo de octubre sobre 2400 metros, es la carrera a la que cualquier propietario desea apuntar. Viene a ser nuestro Pellegrini (G1) por hacer una comparación, y precisamente Cristian tiene el ojo puesto en la prueba más emblemática del calendario caraqueño.

“El proyecto nació buscando un caballo para correr el Bolívar y ese es Tuco Salamanca. Su victoria en el debut es un sueño que comienza a concretarse. Verlo correr es tener un poco de mi tierra en este país que nos ha dado tanto, y es algo que marcará a nuestra caballeriza por siempre. El entrenador Fernando Parilli y todo el equipo de trabajo quedó sumamente conforme con lo que mostró. La carrera le sirvió de adaptación a la altura sobre el nivel del mar y a otros factores”, agregó. 

El probable jockey para el vástago de Equal Stripes en su siguiente participación podría ser Gustavo Calvente, y quien mejor que Emi para orientarlo, pues, lo conoce a la perfección. 

El nieto de Tale of the Cat continúa con su preparación al gran objetivo, y sabemos que tiene mucha calidad para emular a sus coterráneos del pasado. ¡El mejor de los éxitos para su entorno!